el eliminador entrópico

La mañana se presentaba aburrida, abocada a la monotonía, pero una idea asalto mi cabeza en los últimos segundos.
Yo, con la intención de buscar algo diferente accedí al importuno y me dirigí al armarito que se encontraba en la pared del fondo. Cuando lo abrí supe que no iba a ser fácil. Siete estantes en los que se almacenaba seis años de laborioso trabajo no podían continuar así. Montones de latas, botes, papeles y cartones de diversos colores, formas y tamaños ocupaban las dos baldas inferiores. Las cajas originales, almacenadas en la tercera por sus bonitas imágenes impresas en las tapas, empujaban las puertas del armario a un trabajo mal hecho. En la cuarta, un sin fin de tubitos que contenían los colores con los que tiempo atrás di vida a esos seres de no mas de tres centímetros de altura, que se encontraban en la quinta y la sexta balda, todos ellos encarados entre si, como si de verdad pudieran relacionarse. La séptima contenía el resultado de procesar los materiales de la primera. Casitas, muros, elementos que cualquiera podría encontrar paseando por cualquier zona urbanizada se encontraban en esa repisa a un tamaño fuera de lo común, amontonados unos encima de otros. Ese lugar se podría considerar un punto critico de entropía con un crecimiento desbocado.
Al encontrarme esto pensé en la poca dignidad que mantenia todo ese armario, por lo que lo vacié y coloqué de tal forma que conseguí cuatro años mas de espacio que jamas imaginé que pudieran estar ahí.