Un día cualquiera, a cualquiera le puede pasar que sin
esperárselo le digan: “¿Me puedes ayudar en esto?”. Tú amablemente y
desinteresado le dices: “¡Claro! ¿Por qué no?”.
Esto de lo que hablo es algo muy común en nuestra sociedad,
pero el tema que quiero tratar no es el de la gentileza de la gente sino el de
la estupidez de algunas personas, lo cual también es bastante común en la
sociedad. El tema trata de lo siguiente:
Hace tiempo un amigo le pidió a una amiga si podía ser su
modelo para un trabajo de sus estudios. Ésta le dijo a él: “¡Claro! ¿Por qué
no?”.
El chico estuvo unas semanas preparando el trabajo: tomó
medidas, compró telas... Todo lo que se necesita para hacer un vestido. Y una
vez concluido tocaba hacer la presentación, donde intervenía la chica.
Concertaron fechas para hacer fotos y todo lo referido a
ello, de modo que quedara un día para realizar las fotos en el exterior para
una presentación y un día en su facultad para el trabajo definitivo, una vez el
profesor viese las fotografías de presentación y le diese sus consejos y
ayudas.
Llegó el día y tras los ajustes y ultimaciones se hacen las
fotos del vestido con la modelo. El joven diseñador quedó encantado con las
fotos y la modelo amateur, siendo su primera sesión de fotos de estas
características, salió encantada. Los dos se sentían bien al pensar en el
trabajo con el buen acabado que habían conseguido.
El joven diseñador muy ilusionado fue a enseñar la
presentación realizada a su profesor para poder dar paso a la sesión definitiva
cuando todo cambió para mal. El profesor, con aire de superioridad, y como si
lo que dijese fuese la verdad absoluta declaró que no le gustaba la modelo;
insinuó que no tenía la altura adecuada para un trabajo de ese nivel y que al
vestido le iría mejor una modelo rubia: la modelo era morena. Estaba claro que
para él una persona con una estatura estándar de mujer y morena no es una mujer
bella o capaz de lucir un vestido.
El chiste del asunto es que ese vestido fue diseñado para
esas medidas y esa persona en concreto: ¿Cómo algo hecho explícitamente para
alguien puede no ser adecuado? Es como decir que una raqueta de tenis no es
adecuada para jugar al tenis, quizás fuese mejor usarla para jugar al golf, ¿no
creen?
El profesor obligó en ese mismo momento a elegir una nueva
modelo. Pero esperen, que esto mejora. No le permitió unos días para buscar una
nueva modelo, ni siquiera unos segundos, es más, le obligó a elegir una nueva
modelo de entre la única opción que le dio.
¿Qué elección era ésa? Bueno, la nueva chica en cuestión es
una chica rubia alta de 1.80 que no tiene culpa de nada pero tampoco ayuda en
la situación. Tras esta violación de la más legítima de las libertades, es
decir, la libertad de elección, imaginad que pasó con la modelo original. Ella
con toda su ilusión volcada en ayudarle y se encuentra en que es despreciada
por ser como es; se encuentra que es discriminada. En un primer momento se
sintió mal y ofendida, aunque luego simplemente se desentendió de todo el trabajo
y de ese mundo viciado. Está claro que el joven diseñador no tenía la culpa
pero tampoco plantó cara.
Como era de esperar embutir un vestido de una chica de uno
1.65 en una de 1.80 no acabó bien: el vestido se arrugaba, quedaba corto y
apretado, como si se le hubiese encogido en la lavadora. Con el consiguiente
resultado antiestético, el cual de haber seguido con la modelo original no
hubiese ocurrido.
¿A dónde quiero llegar con todo esto? Pues a varios lugares:
En primer lugar a recriminar la existencia de personas, como
este profesor, que atentan contra la libertad de las personas y más teniendo en
cuenta la posición en la que se encuentran.
Derivada de la primera: la imagen que se está dando a unas
mentes en formación producto de que este señor se encuentre donde está. ¿Qué
valores se les está inculcando a estos jóvenes diseñadores? ¿Qué se está
labrando en sus jóvenes cabecitas? Luego no nos extrañemos cuando en una
pasarela solo veamos pilares de hueso recubiertos de piel y tela, pues el
problema no está en esos diseñadores sino en las raíces de su formación.
Y en tercer lugar y no por ello menos importante: ¿qué
cojones le importa a ese profesor qué persona lleva ese vestido si lo que tiene
que evaluar es el vestido y no quien lo lleva?
Está claro que, si no hay quien se imponga, esto seguirá
sucediendo aunque yo no me voy a callar. En mi humilde opinión yo hacía usar de
modelo para esos diseños de las jóvenes promesas a un hombre, y que se viese
realmente y fuese realmente evaluado el vestido y no quien lo porta.