Su epitafio
mencionaba: lo mataron las pepitas. Días antes se encontraba a las 18:14 sentado
en una sillita de madera en la terraza de una tierna heladería. El cielo estaba
nublado pero aun así hacia calor y el disfrutaba poco a poco de su helado de
menta con pepitas de chocolate, lo saboreaba, jugaba en su paladar. Al poco se
dio cuenta que su helado no menguaba, no le dio menor importancia y prosiguió
comiendo. Eran ya cerca de las siete y su helado continuaba igual que antes de
la primera lametada, además al chico se le había generado un gran dolor de
estomago. El heladero le comento que era un helado que se regeneraba, era
imposible acabarlo y que con darle un lengüetazo era suficiente para disfrutar
un día entero. El chico no había parado de comerlo desde el momento en que lo adquirió y no tardo su dolor estomacal en convertirse en una masa verde
viscosa que supuraba por todos los orificios del chico creando así una bola de helado
y persona que para nada le iba a hacer ningún bien.
jueves, 22 de septiembre de 2011
miércoles, 21 de septiembre de 2011
skate al limite
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