sábado, 15 de octubre de 2011

Decían que se trataba de una tarde corriente y, en efecto, lo era. El, en vista de que conocía la situación grito: ¡al suelo! y yo sin mas preámbulos obedecí la orden de mi capitán. Sufríamos un asalto. Rodeados, intentamos escapar del fuego cruzado. En el intento un toffee alcanzo a uno de los nuestros. Pensamos que no saldría de esta. Era su primera batalla y se comportaba como un veterano. Una vez a salvo contamos los depósitos de regaliz que nos quedaban para repeler la próxima incursión enemiga. En ese momento decidí no continuar. No habría mas derramamiento de sirope. Cogí por el brazo a mi patatita frita y me perdí junto a ella en el horizonte. Dedicado a todos aquellos que aportaron lo que me faltaba.

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