lunes, 10 de marzo de 2014

Un texto, un vídeo y ...


No entiendo muy bien producto de qué esencia se acaba rodeado de tal grado de monotonía.
Un buen día de a pie te encuentras sentado, aburrido, transportado, oyendo todo y sin oír nada. Fluyes en un entorno salvaje y desconocido, pero a su vez lo reconoces como familiar y agradable. Es ese el momento de la destrucción del creador.
Despiertas por la mañana y notas algo. Te has metido en la cama sabes que vas a merendar croissant y te duchas, cierras la puerta y sales a la calle, y sin percatarte estas cerrando la mochila tras guardar un enorme archivador. Y apagas la luz esperando que llegue ayer.
En el determinado momento piensas detenidamente que ha ocurrido todo este tiempo. ¿Dónde esta la butaca? ¿Dónde esta la libreta y la pluma y el tintero?
Estaba ahí. Solo hacia falta eso, esa sensación, ese estado primitivo del subconsciente. Pensamos que se puede controlar pero no es así. Lees un texto, ves un vídeo y escuchas una frase tras ello se dispara y vuelves. Vuelve la butaca, la libreta y la pluma y el tintero. Con todo ello regresa el sentido de la creación literaria ese sentido que de alguna manera se estaba ahogando en el fondo del ser. La monotonía desaparece. Vuelves al inicio, al caos. Ese lugar en el que disfrutas con lo sorprendente de la aleatoriedad. Te olvidas de tabulas y cuadriculas. Desaparecen las fechas. Ignoras la imagen y abrazas la nube de eventos porque sabes que es ahí donde esta guardada la libreta, esa libreta con paginas vacías y a la que oías gritar pero no parabas de arrancar paginas.