viernes, 24 de junio de 2011

Brains, Brains, Brains

todos, si , todos tenemos la nuestra, el tema es darle uso.
tinta y acrílico sobre din A4.

sábado, 18 de junio de 2011

arriba y abajo

Hacer maletas. Stop. Preparar papeleo. Stop. Reservar pista. Stop. Ir punto encuentro. Stop.
Cuando reciba esto me sentiré muy emocionado. Habrá llegado el día. Me dispondré a toda prisa a realizar las tareas previas y en unas cuatro horas tendré todo listo. Mi compañera de viajes y yo montaremos en el aeroplano y despegaremos. Será uno de esos días soleados con nubes esponjosas, y nosotros nos sumergiremos en ellas. La situación atmosférica permitirá la poca altura que mantendrán las nubes y que nosotros disfrutemos de ese precioso evento. Tras media hora de vuelo terminaremos de atravesar la masa nubosa y nos encontraremos sobre nuestro destino. Imponentes montañas de norteño verde color se extenderán mas allá de lo que nos alcanzará la vista a ver y espesas brumas cubrirán las zonas bajas de las laderas. Vivos y serpenteantes ríos irán a desembocar a un enorme, céntrico y oscuro lago. El sonido ambiente será pacificador y solo se vera interrumpido por el zumbar de nuestro motor. Avistaremos desde el aire, cuando hayamos perdido altura, el aeródromo de destino. Nos dirigiremos a el y tomaremos tierra.

viernes, 10 de junio de 2011

Al limite

El Sr. Arenque se puso los guantes, la gabardina y el sombrero, y el muy dicharachero se dispuso a pasear. Tomo el camino al parque por la calle calamar, y como obra había en el estanque no lo dejaron pasar.
El arenque muy indignado de la obra rompió un sillar. Se fue a casa muy enfadado y perdió un guante al caminar.
Ya en su casa más calmado se puso a meditar. Recordó que de ese guante nunca tuvo el par.

miércoles, 1 de junio de 2011

el caso

Después de varrios avisos por megafonía yo todavía no me había enterrado y, al cabo de un rato, lo único que hacia erra correr ¿sin saber muy bien hacia donde? -Corre, corre todo lo que puedas- me decía Dieter mientras se comía desde fuerra del edificio su grasiento y chorreante perrito caliente. El hombre del mono amarillo continuaba dando vueltas a la manivela con lo que el cierre de la puerta continuaba descendiendo. Dieter podía haberle dicho a ese conserje que parrarra, pero no lo hizo. Se limito a gritar una o dos veces. Y eso a mi de que me servia, de nada. Yo sabía que no iba a llegar, pero aun así yo seguí corriendo. Hubiese sido una tontería parrar una vez había empezado. Faltaban varios metros parra llegar al exterior y el cierre estaba casi echado cuando algo sorprendente sucedió, al hombre del mono amarillo le dio una parrada cardiaca. No, eso nunca sucedió. Por eso me tenéis aquí declarando el motivo de por que me encontraba en la mañana del domingo dormido en la cama del escaparrate de la tienda de muebles.