lunes, 2 de junio de 2014

Acto tercero



Pasan algunas horas de tediosa espera y me dicen que puedo entrar de nuevo, si aun lo deseaba después de ver lo ocurrido, en la sala. El hombre que me lo dice me mira con cara de desprecio y asombro todo junto cuando le respondo con una afirmativa a su sugerencia.

Entro en la sala y le encuentro tumbado en el centro de la sala, donde antes se encontraba la butaca que ahora reposa en el suelo, en posición del ángel mirando hacia arriba. Al sentirme entrar incorpora ligeramente la cabeza y clava sus ojos salvajes en los míos. En ese momento siento como se me hiela el cuerpo.

Mientras avanzo hacia delante para situarme mas cerca del él, siempre manteniendo una distancia prudente, se oye como la puerta se cierra tras de mi con un portazo, entonces él me sorprende con un “ya tardabas” con un tono ligeramente imperativo. Seguidamente reencauza su historia sin mediar mas palabra.

-Salimos varias veces. A ella le gustaba bastante pasar el tiempo conmigo. Llegamos a quedar hasta varias veces por semana. Íbamos juntos a tomar refrescos a bares, a dar paseos por la ciudad. Pasábamos alguna tarde en su casa, o en la mía, y siempre me decía: “Eres diferente a los demás y eso me gusta”. A mi me gustaba ella su cara, todo, pero no la aguantaba. Siempre escuchaba esa vocecita “ñi ñi ñi” no se cansaba.

Él eleva su cuerpo quedando sentado en el suelo y cruza sus piernas. Su expresión cambia a una algo mas preocupada. De hecho podría decirse que sentía casi pena. Prosigue:

-Ya llevábamos casi un año así y yo lo tenia muy claro desde el primer momento pero parecía que a ella  se le había olvidado. Se enfadaba conmigo. Me decía que a veces parecía que no la hacia caso, o que simplemente la miraba embobado. Sentía como se alejaba. Entonces pensé: “Quizá me este demorando demasiado en lo que acordamos y se halla cansado”. En aquel momento lo decidí sin vuelta atrás, seria hoy. No podía dejar que una idea tan clara, tan directa se desaprovechase.

Su cara se vuelve mas demente de lo normal con un ligero matiz de vicio atormentador.

-Esa misma noche nos vimos y lo hice. Cumplí con lo que le dije el día que la conocí. Nos sentamos en mi sofá los dos juntos, saque mi cuter, y comencé a unir todas y cada una de sus pecas como si de constelaciones ignotas se tratasen. Ella gritaba. Gritaba mucho y se retorcía. La tape la boca con la mano y la inmovilice con el cuerpo. Creo que la gustaba resistirse. Cuando acabe la solté y ella me intento golpear, no entiendo por que, entonces fue un acto reflejo el pasarle el cuter por el cuello. Inmediatamente llame a emergencias pues yo no quería hacerla nada mas halla de lo que me pidió. No la volví a ver nunca más.   

 El rostro le palidece, se tambalea emocionalmente, casi creo que iban a salir lagrimas de esos ojos vacíos pero…

2 comentarios:

Alrik Arduin dijo...

mmmmm, Que le ha pasado a tu mente ya trastornada Marfull... Empiezas a dar miedo

O´Marfull dijo...

admite que te gusta guarrilla. mmmm