miércoles, 20 de abril de 2011

tinta sobre papel, técnica nocturna

Se encontraba, en una mañana de diciembre sobre las siete y media, donde el cielo era gris con tonos anaranjados por el este, la niebla, densa como un bloque de metal, no te permitía ver lo que de verdad era importante, el grado de humedad era tan alto que la sensación que te producía en la piel era de sudor incomodo, lugar en que la tierra de color rojizo estaba mojada por las constantes lluvias nocturnas, la vegetación que alcanzaba a ver a los lados del camino era verde y espesa con gotas de rocío producidas por esa humedad, una piedra en el suelo con la que tropecé y caí manchándome de barro, producto de la desatención mostrada a la tarea que me era menester, seguir el camino.

1 comentario:

Daniel San Miguel dijo...

Pues me mola tio, me mola